Muito interessante essa entrevista que o controverso historiador norte americano Hayden White concedeu à Revista de Cultura do jornal argentino Clarín. Ele falou sobre questões ambientais, crise financeira, desigualdades, entre outros temas. A partir do marxismo, White direciona uma crítica feroz ao capitalismo. É a visão aguçada de um competente historiador que já foi, inúmeras vezes, mal compreendido por seus colegas - muitos deles, brasileiros - e taxado de pós-moderno... Ele esteve em Buenos Aires, onde ocorreu a entrevista. Confiram abaixo.
“Lean a Marx; él les contará cómo sucedió”
Hyden White (1928-) Filósofo, crítico literário e historiador |
La vida del profesor y filósofo estadounidense Hayden White
(1928) es irresolublemente contradictoria y él lo sabe. Es un hombre que dice
conocer las verdades espantosas sobre la trágica actualidad del mundo, pero
sabe que ese conocimiento no sirve para cambiar nada. Es un hombre que denuncia
el capitalismo salvaje y suicida (son sus palabras) y la política del
espectáculo, pero sabe que el mismo sistema que denuncia lo ha beneficiado
(tiene 83 años y podría pasar fácilmente por 60). Es un hombre de un pesimismo
absolutamente negro e inflexible por el porvenir del hombre (hasta tal punto
que celebra la eventual extinción de la raza humana), pero a la vez alguien que
sonríe y que disfruta de la buena vida (vive mitad del año en Italia) y que
goza de una existencia intelectual cosmopolita.
White estuvo en Buenos Aires recientemente como invitado de
honor de una ponencia dedicada exclusivamente a él, organizada por la
Universidad Nacional Tres de Febrero, y titulada como uno de sus libros:
Ficción histórica, historia ficcional y realidad histórica , editado por
Verónica Tozzi, que compila varios artículos de White de la última década.
El venerado profesor recibe Ñ en la habitación de un hotel
boutique a cuadras de la plaza Vicente López, en el barrio porteño de La
Recoleta. Sobre su mesa ratona, delante de una cama hecha improvisadamente por
el profesor mismo, rebalsan libros y cuadernos escritos. Usa un arito de oro en
la oreja derecha, como los que se pone a los bebés recién nacidos. Su aspecto
físico es no sólo impecable, sino también imponente, si se tiene en cuenta que
White es un octogenario.
¿Cuándo empezaron a
formarse las ideas que se demostrarían en su gran obra teórica, “Metahistoria”?
Creo que tiene que ver con
mi descubrimiento de Marx. Una vez que uno comienza a tomar conciencia de que
en las ciencias sociales, en la filosofía y en la religión lo que estás
tratando son varios tipos de ideologías, entonces lo que quieres ir a buscar es
la iluminación, la clarificación, desmitificación. Creo que ese es el motivo
por cual yo me interesé en las ciencias sociales y la historia. Gente como Max
Weber parecían ofrecer puntos de vista desmitificados sobre el mundo. Y creo
que todos queremos la iluminación. No queremos vivir en una fantasía; no se
puede vivir en la fantasía. La fantasía es necesaria para alimentar al
espíritu, pero no es suficiente para manejarte en el mundo.
En su larga historia como
profesor, ¿cómo evalúa los cambios del joven estadounidense? El mundo digital
ha cambiado todo. Antes intentábamos enseñar a la gente joven a pensar
conceptualmente. Pero hoy el montaje y el collage de las imágenes dan una forma
diferente de pensar y relacionar los signos con las cosas.
Y esto crea una sensación
diferente del tiempo y la temporalidad. Por lo tanto pienso que la generación
actual de alumnos no experimenta el pasado como algo arcaico o remoto. Es
simplemente otra dimensión exótica que se puede tornar presente con imágenes
con gran facilidad.
¿Y cómo se siente frente de estos cambios?
Las cosas cambian. Todo
cambia. Desesperarse por el cambio no tiene sentido.
¿Considera que este libro que se publica ahora en Argentina es
una buena introducción a su obra en general?
Un escritor no es el mejor
crítico de su propio trabajo. Mi punto de vista siempre ha sido: lo escribes,
lo publicas y la gente lo puede usar como le parezca. No me molesta ser
interpretado o mal interpretado.
No es común oírle a un teórico esa opinión.
Creo que toda comunicación
es comunicación fallada y que los errores creativos son válidos. La
interpretación nunca es objetiva. A mí no me interesa la polémica. Mi punto de
vista es que hago lo mejor que puedo; si usted piensa que lo puede hacer mejor,
hágalo mejor.
Estamos en un momento donde se promueven visiones
contradictorias: la humanidad oscila entre la salvación tecnológica y un
cataclismo que amenaza borrar la raza humana de la Tierra.
¡Bueno, claro! Eso es por
el capitalismo. El capitalismo extraerá todo lo que puede de la tierra para
poder producir bienes y promoverá el consumo como un bien en sí mismo. A ellos
no les importa el calentamiento global. Ellos asumen que la tecnología traerá
una solución. A las corporaciones no les importa. A Mobil Oil no le importa el
calentamiento global. Destruirían el universo entero para lograr una ganancia.
Este es nuestro problema, no la tecnología. La tecnología es solamente un
medio, se puede usar con fines buenos o malos. Pero desafortunadamente, el
capitalismo es suicida porque presume de una expansión infinita en una
situación donde hay recursos limitados. No puedes tener expansión infinita y
recursos limitados. El sueño es entonces que colonizaremos la Luna,
colonizaremos el planeta Marte. No creo que eso vaya a suceder. Hasta que
logremos regular las corporaciones capitalistas, estamos condenados.
Más de una década después de haber entrado en el siglo XXI,
¿cuál sería su primer boceto de la historia del siglo XX?
Es una serie de
catástrofes. Hay un comentarista inglés que lo designa: “El podrido siglo XX.”
Cuando lo piensas: comienza con la Primera Guerra Mundial; la Gran Depresión;
la Segunda Guerra Mundial; la Guerra Fría; después toda una seguidilla de
guerras. Los Estados Unidos estuvieron en guerra por 56 años. Es el primer país
capitalista y el capitalismo significa guerra. Esa es la forma más rápida de
consumir los bienes y de crear demanda. El siglo XX fue el triunfo del
capitalismo, la destrucción de la Tierra y el uso de la tecnología para generar
ganancias en vez de proveer las necesidades de los seres humanos y los demás animales
y plantas sobre la Tierra.
Dado ese sentimiento, ¿cómo se siente viviendo en el corazón de
la bestia?
Es exactamente eso. Los
Estados Unidos son el gran villano de este cuento, porque han empujado el
proyecto capitalista hasta su máxima expresión. Ahora es una sociedad que se
dedica nada más que a la producción de desechos. Produce más basura, más
desechos atómicos y orgánicos. ¡A tal punto que ya no saben dónde ponerlos! Han
estado tirándolos en Africa –¿sabía eso?– ¿Qué van a hacer con los desechos
atómicos? Los están enterrando en cuevas del sudoeste del país, en Nuevo México
y Arizona: pero esta cosa no se desintegra por 10.000 años. Va a estar allí
envenenando el agua potable y la tierra. O lo tiran al mar. Destruyen ríos… Sin
pensarlo. ¡Y lo saben! ¡Saben lo que están haciendo! Esto es una de las razones
de que el marxismo sea más fuerte entre los intelectuales de los Estados Unidos
que en cualquier otro lugar del mundo. Vemos los efectos del capitalismo.
¡También nos beneficiamos! ¡Mírame a mí! Soy sano. Y eso es porque los ricos
siempre se protegen a ellos mismos. ¡No les importa el calentamiento global! Se
compran otra casa en un lugar donde estarán a salvo.
Hay muchas personas que afirman que el marxismo ya no sirve para
explicar el mundo.
La reciente catástrofe
financiera demuestra lo contrario. Todo el mundo decia: “¿Cómo pasó esto? ¡Cómo
puede ser!” ¡Que lean a Marx! El les contará cómo sucedió. Cualquier persona de
la izquierda vio claramente y de antemano lo que estaba sucediendo con la
creación de las deudas hipotecarias. Los ejecutivos de Goldman Sachs o
cualquier otra casa financiera, si les preguntas te responden: “El juego es
así.” Y el Estado es cómplice. El gobierno de los EE.UU. no está haciendo nada
para la gente sin trabajo o para las personas que perdieron sus hogares. Han
salvado los bancos y las instituciones financieras. A hora la brecha entre los
ricos y los pobres en los EE.UU. es así: un 1% de la población controla más del
90% de la riqueza del país. Esta es la distribución de riqueza más
desbalanceada en la historia del capitalismo. Antes la idea era que el libre
mercado permitía que cualquiera pudiera jugar; pero, obviamente sabemos que no
puedes jugar sin los recursos. Si yo juego en el mercado bursátil con cinco mil
millones de dólares no es lo mismo que si lo hago con mis ahorros de unos miles
de dólares.
¿Es posible que esta desigualdad lleve a una revolucion popular
como hemos visto en los países del norte de Africa al comienzo de este año?
No. Es imposible. Porque el
Estado tiene todo el poder, tiene todas las armas. Ya no puede haber más
revoluciones populares. Salvo en el Tercer Mundo, en Ruanda o Namibia. Mira,
antes que nada: imagínate que quieres hacer una revolución y quieres destruir a
General Motors. ¡General Motors es una empresa internacional! ¿Dónde voy para
destruir a General Motors? La ataco en Detroit, pero eso no haría gran daño a
la empresa. Esta todo terciarizado por todo el mundo. Y lo mismo vale para el
Estado. El Estado está donde sea que el poder del Estado reside. El Estado es
Mobil Oil, por ejemplo. Y uno sabe perfectamente qué pasa cuando hay una
amenaza terrorista en Washington: ¡el gobierno se va! Tiene búnkers
subterráneos…
Se ve sano, tanto en cuerpo como en mente. Parece feliz. Pero
esa imagen es totalmente contradictoria con lo que piensa sobre la realidad del
mundo. ¿Cómo sobrelleva esa tensión?
Imagínese que el
calentamiento global lleva a la destrucción de la raza humana. ¡Sería bueno
para la Tierra! La gente me pregunta, ¿Por qué eres tan pesimista? Y yo
respondo: No soy pesimista. Soy optimista. ¡Creo que la raza humana por fin se
morirá! ¡Será muy bueno para el planeta! Es la especie humana la que está
destruyendo el planeta. ¡No son los perros los que lo están destruyendo! Desde
el punto de vista de la evolución darwiniana, es bueno que las especies se
extingan. Es algo necesario para que siga en marcha el proceso evolutivo.
¿Se considera usted un nihilista?
Sí. Un nihilista en la
ontología, un anarquista en la política. No tengo nada de esperanza o fe en el
sistema político o el sistema económico.
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